¿Cómo contribuye la animación a la lectura en la comprensión de los textos?
- Jorge Bárcenas
- 23 jun 2021
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 20 abr 2023
¿Qué es leer? Antes que nada, leer es una de las principales habilidades lingüísticas que implica la interpretación del discurso escrito (Instituto Cervantes, 1997-2015). En esta habilidad intervienen, por supuesto, destrezas lingüísticas y cognitivas como el reconocimiento de las unidades comunicativas de la lengua y el desciframiento de la escritura. Sin embargo, también se ven involucradas competencias actitudinales, sociales y culturales.
Bajo esta concepción de la lectura se establecen en la escuela los objetivos deseables para casi todo programa de intervención lectora. Sin embargo, no deja de ser cuestionable que dicha concepción cierre o limite las formas de acceso al fenómeno de la lectura y la comprensión. Así, muchas veces no se consideran prácticas que aparentemente no abonan a la comprensión en sentido técnico (cuantificable); y por ello se excluyen la lectura recreativa, el encuentro emocional con los textos, la opinión y valoración personal de éstos, las creaciones derivadas de la lectura. En resumen, se excluye casi todo lo que tenga que ver con ese “dudoso y subjetivo” concepto de animación a la lectura.
Frente a este escenario, revalorar la función de la animación de la lectura y de todas esas prácticas no cuantificables de comprensión es una tarea inaplazable.

Antes que nada, pongámonos de acuerdo sobre lo que entendemos por animación a la lectura. Dice Pedro Cerrillo: “El objetivo único de la animación a la lectura debiera ser la mejora de los hábitos lectores de los individuos a quienes se dirige la animación, hasta lograr crear en ellos hábitos lectores estables. […] Entendemos como animación a la lectura […] el conjunto de actividades, técnicas y estrategias que persiguen la práctica de la lectura, aunque teniendo en el horizonte la meta de formar lectores activos, capaces de comprender mensajes diferentes y de relacionar una historia en su contexto” (2005).
Con esta definición en mente, ahora sí podemos ocuparnos de nuestra tarea: ¿de qué formas la animación a la lectura anticipa y colabora con la comprensión lectora entendida en sentido técnico? Investigando, he dado con al menos siete formas, que explico a continuación.
Las actitudes respecto de la cultura escrita son de indiscutible importancia a la hora de afrontar la lectura intensiva con fines prácticos y de estudio. “En conjunto, los familiares y el entorno transmiten subliminalmente una actitud definida hacia la lectura” (Cassany, 2007, pág. 208), la cual estimula o frena la curiosidad por lo que quieren decir los signos escritos que se hayan al paso. Si dicha actitud es negativa, sin duda se traducirá en indiferencia hacia la lectura de cualquier tipo de texto, incluyendo aquellos con fines académicos y utilitarios. Además, unas buenas raíces de la lectura aseguran que un lector no tendrá de entrada la percepción de que leer es una tarea difícil, complicada o elitista.
Entre todas las microhabilidades de lectura, algunas suelen practicarse con textos literarios narrativos. Éste es el caso de la predicción, que se define como la capacidad de adelantarse a lo que las palabras dicen. Algunas preguntas clave para trabajar la predicción con los estudiantes son las siguientes: ¿cómo te imaginas la situación?, ¿cómo puede continuar la historia?, ¿qué comportamiento cabría esperar de un personaje con ciertos rasgos? Dichas preguntas son la explicitación de los procesos de lectura que nuestra mente lleva a cabo al leer una novela, un cuento, una biografía o una crónica histórica, tipos de texto que suelen emplearse con frecuencia en las actividades de animación a la lectura. De esta forma, los materiales propios de la animación a la lectura inciden directamente en capacidades de lectura específicas (Cassany, 2007, pág. 215).
Otra de las microhabilidades que encuentran en la literatura un material de trabajo es la lectura entre líneas, la cual consiste en la identificación de opiniones, valoraciones y en la interpretación de recursos humorísticos, metafóricos y simbólicos presentes en los textos. Varios géneros literarios se configuran con estos recursos, con estrategias de omisión de información y además, llegan a encubrir las posturas ideológicas de los autores o las épocas. Por ello la literatura funge como una excelente aliada para atacar los defectos de comprensión debidos a no saber leer entre líneas. En consecuencia, la animación a la lectura que recurre a textos literarios y los somete a una discusión entre diversos lectores está desarrollando habilidades de comprensión superiores, las cuales rebasan la supuesta “eficacia lectora” a las que se reducen muchas estrategias de comprensión lectora en el aula.
Contar con acceso a los libros en espacios amigables (muchas veces diferenciados de la biblioteca escolar) es una condición indispensable para la animación a la lectura. Sin embargo, la proximidad de un acervo variado y de calidad además de estimular la curiosidad por leer en general, coadyuva en el desarrollo de la observación y la anticipación, microhabilidades fundamentales para motivar el interés de los estudiantes por la lectura, seleccionar libros en función de objetivos concretos y activar los conocimientos previos en relación con un tema. ¿Cómo ocurre tal vinculación? Entre las estrategias implementadas por la animación a la lectura, hay algunas que giran en torno a los acervos disponibles en bibliotecas u otros espacios de lectura. En particular, la selección de un libro por sus características físicas o por su tema y la charla desinteresada en la que se comparten recomendaciones y expectativas son actividades que suceden cuando existen acervos valiosos en las instituciones escolares. Y aun cuando ocurran subliminalmente, repercuten en la comprensión de los textos, puesto que para ellas se requiere de la observación y la anticipación.
La animación a la lectura busca con frecuencia que la lectura trascienda el momento de la decodificación y la interpretación literal de un texto. Y así procura conectar los libros con la experiencia cotidiana de los lectores. Para ello, recurre a creaciones derivadas (verbales y no verbales) y dinámicas grupales. Estas actividades se relacionan con la comprensión ya que pueden convertirse en formas de comprobar los niveles de entendimiento de un texto.Específicamente, entre los procedimientos para evaluar la comprensión, Cassany et ál (2007, pág. 249) incluyen las pruebas de transferencia de la información. Éstas consisten en realizar alguna ejercicio posterior a partir del contenido de un texto. Ya sea con dibujos, sonidos, actuación o siguiendo instrucciones, la animación a la lectura verifica la validez de las interpretaciones a la par que fomenta la creatividad.
En relación con el punto anterior, la animación a la lectura puede ayudar con el aprendizaje de técnicas de estudio, en concreto con la producción de títulos y resúmenes. La estrategia de elaborar creaciones derivadas, a la que se aludió en el punto anterior, es recurrente en las propuestas de animación lectora. El manual sobre las charlas literarias en las Salas de Lectura (Chapela, 2012, págs. 48-53) recoge varios ejemplos de creaciones derivadas: narraciones en 40 palabras, recuentos de hechos, proponer cierres, platicar o escribir narraciones paralelas, sugerir títulos alternativos. Por sí mismas, estas creaciones pueden parecer un simple despliegue de creatividad. Pero las ideas que presentan Cassany et ál. (2007, pág. 235) sobre las propiedades de un buen resumen (síntesis, frases genéricas, paráfrasis) hacen pensar que las creaciones derivadas mencionadas anteriormente son resúmenes de suyo. Incluso, Cassany y sus colaboradoras proponen algunos tipos de resumen que pueden considerarse creaciones derivadas que vendría bien implementar en la animación de la lectura: convertir un texto de un tipo en otro diferente, redactar textos sintéticos como telegramas o anuncios con el contenido de otros escritos (2007, pág. 235).
Una última razón por la que la animación lectora es aliada de la comprensión concierne al tipo de lectura que consolida en el lector. Cassany et ál. insisten en una clasificación de los tipos de lectura que atiende a la extensión de los textos y a los objetivos de la comprensión: la lectura intensiva y la lectura extensiva (2007, pág. 201). Como la lectura extensiva —a diferencia de lo que ocurre con la intensiva— se suele llevar a cabo con textos largos (muchas veces con libros completos), fuera del aula, de manera natural y libre, y está relacionada con la presencia de acervos dentro y fuera de los centros escolares, la animación lectora es la mejor preparación para este tipo de lectura. Esto es así porque la animación no debe estar supeditada ni a la calificación ni a la obligatoriedad de una bibliografía que forma parte de la currícula (Cerrillo, 2005). La animación de la lectura debe tener por único imperativo el reconocimiento y respeto de los derechos de lector expuestos por Daniel Pennac, incluidos los derechos a no leer, a no terminar un libro y a leer lo que venga en gana.
Las razones expuestas anteriormente dan una idea de cómo el desarrollo de las habilidades lectoras puede enriquecerse de las estrategias de animación lectora. Ya sea formando actitudes, compartiendo materiales y técnicas de lectura, o defendiendo los derechos de los lectores, la animación anticipa y coadyuva en el desarrollo de la comprensión lectora.
No es la falta de argumentos lo que muchas veces hace dudar de los aportes de la animación de la lectura a la comprensión lectora. Las dudas surgen de una cuestión menos complicada, más pedestre: ¿hay algunas formas de comprobar cuantitativamente los cambios que se producen con la lectura? Para alivio de todos, tal comprobación es posible y de hecho se ha recurrido a ella en más de una ocasión. Las preguntas sobre tiempo dedicado a la lectura, lugares donde se realiza la actividad, preferencias de textos para leer y otras que se repiten en diversas encuestas (incluyendo las efectuadas por la Secretaría de Cultura, IBBY-México y ahora por La valija) son mediciones numéricas de las actitudes, que son la esencia de la animación de la lectura.
En conclusión, la animación a la lectura no está divorciada del desarrollo de las habilidades de comprensión lectora. Al contrario: es una aliada imprescindible de ella.
Trabajos citados
Cassany, D. M. (2007). Enseñar lengua. Barcelona: Graó.
Cerrillo, P. C. (2005). "La animación a la lectura desde edades tempranas". Recuperado el 2 de mayo de 2017, de Centro Virtual Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-animacin-a-la-lectura-desde-edades-tempranas-0/html/013fe528-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html
Instituto Cervantes. (1997-2015). Comprensión lectora. Recuperado el 18 de 04 de 2016, de Centro Virtual Cervantes: http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/indice.htm
Chapela, L. M. (2012). La charla literaria en las Salas de Lectura. D.F.: Conaculta.
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